El príncipe Andrés, deshonrado, se enfrenta a la realidad tras el derrocamiento real

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El príncipe Andrés, despojado de sus deberes reales y de su residencia, se ve obligado a adaptarse a una vida sin los privilegios que ofrece la monarquía británica. Después de décadas viviendo en Royal Lodge, una propiedad de 30 habitaciones que ahora se le niega debido a su asociación con el delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein, el ex príncipe se mudará a una residencia más pequeña en Sandringham en 2026.

La medida se considera un golpe final después de la decisión del rey Carlos III de destituir a Andrés de sus funciones oficiales. Según la experta real Jennie Bond, Andrew se mantiene desafiante y protesta por su inocencia a pesar de la abrumadora evidencia que lo vincula con Epstein. “Se siente agraviado”, afirmó Bond, “pero la realidad es que ahora le quedan sólo unas semanas antes de tener que abandonar Royal Lodge”.

Este cambio de estatus subraya una tendencia más amplia dentro de la Familia Real : el endurecimiento de los estándares de rendición de cuentas. Durante generaciones, las figuras reales disfrutaron de casi inmunidad ante las consecuencias de su mala conducta personal. La caída de Andrew es una señal clara de que esa indulgencia se está desvaneciendo. El escándalo de Epstein, aunque ya tiene años, sigue persiguiéndolo porque el público exige transparencia y justicia, incluso para los privilegiados.

Más allá de la pérdida de su hogar, el estilo de vida de Andrew es insostenible sin el apoyo real. Carece de habilidades básicas como cocinar, limpiar o ir de compras, y espera un servicio continuo por parte del personal, un hábito arraigado en su educación. Esto pone de relieve la extrema dependencia que tienen los miembros de la realeza de alto rango de su estatus y de la infraestructura que lo rodea.

La situación también revela un lado extraño de la personalidad de Andrew : una obsesión documentada con los animales de peluche, en particular los ositos de peluche colocados en posiciones específicas por ex amas de llaves. Este detalle, aunque aparentemente trivial, expone un profundo desapego de la realidad y refuerza la percepción de que él está fuera de contacto.

Mientras tanto, se informa que su ex esposa Sarah Ferguson se mudará a Portugal, uniéndose a la princesa Eugenia en una medida que sugiere que tiene la intención de distanciarse del escándalo de Andrew. El traslado de Ferguson a un lugar de moda para las celebridades en Europa significa que está buscando reconstruir su propia imagen pública de forma independiente.

Al final, tanto Andrew como Ferguson se enfrentan a una ardua batalla para reparar su reputación. El escándalo de Epstein sigue siendo una mancha permanente, lo que garantiza que cualquier intento de rehabilitación será recibido con escepticismo. Los acontecimientos que se están desarrollando ahora sirven como un crudo recordatorio de que incluso dentro del mundo aislado de la realeza, la rendición de cuentas, aunque demorada, puede eventualmente prevalecer.