Una investigación reciente de The Lancet Commission ha identificado el colesterol alto después de los 40 años y la pérdida de la visión no tratada como factores de riesgo importantes y modificables de demencia. Estos hallazgos se suman a un creciente conjunto de evidencia que vincula el estilo de vida y las condiciones de salud con el deterioro cognitivo. Si bien factores previamente reconocidos como el tabaquismo, la obesidad y la falta de interacción social contribuyen a casi la mitad de los casos de demencia en todo el mundo, estos nuevos descubrimientos enfatizan el papel fundamental de la salud cardiovascular y sensorial.
La interconexión del cerebro y el cuerpo
Los expertos confirman que estos factores no son incidentes aislados sino que están profundamente entrelazados. El colesterol LDL (“malo”) alto contribuye al endurecimiento de los vasos sanguíneos, restringiendo el flujo de oxígeno al cerebro y acelerando el daño neuronal, el sello distintivo de la demencia. La pérdida de visión no tratada, a menudo relacionada con afecciones metabólicas como la diabetes y la hipertensión, priva al cerebro de información sensorial crucial, lo que reduce la participación en actividades cognitivas que protegen contra el deterioro.
“Lo que afecta a tu corazón afectará a tu cerebro”, subraya el Dr. Arman Fesharaki-Zadeh, neurólogo conductual. Esto destaca que la salud sistémica impacta directamente la función neurológica.
Por qué esto es importante: la prevención es clave
El informe de Lancet estima que estos 14 factores de riesgo modificables (los 12 originales más los dos nuevos) representan el 49% de los casos de demencia en todo el mundo. Esto significa que casi la mitad de los casos son potencialmente prevenibles. La importancia radica en la capacidad de intervenir tempranamente, en lugar de esperar a que aparezcan los síntomas.
- Intervención temprana: Los cambios en el estilo de vida y el tratamiento médico son más eficaces cuando se inician en la mediana edad, no durante las etapas avanzadas del deterioro cognitivo.
- Enfoque holístico: Controlar el colesterol, la presión arterial y la diabetes, junto con abordar los problemas de visión, puede retardar o retrasar significativamente la aparición de la demencia.
- Atención médica proactiva: Los hallazgos subrayan la importancia de los controles periódicos con médicos de atención primaria que puedan identificar y controlar los factores de riesgo antes de que se vuelvan críticos.
El papel de la atención primaria
El estudio enfatiza la necesidad de un modelo médico colaborativo, donde los médicos de atención primaria trabajen con especialistas para garantizar una gestión sanitaria integral. La detección temprana mediante pruebas de neurodegeneración y marcadores genéticos también puede desempeñar un papel en las estrategias de prevención personalizadas.
Incluso en los casos en que la demencia está genéticamente predispuesta, el manejo de los factores de riesgo modificables puede retardar la progresión de la enfermedad. La investigación sugiere que las personas con enfermedades metabólicas como hipertensión y diabetes experimentan un deterioro cognitivo más rápido que aquellos sin tales condiciones.
En última instancia, el mensaje es claro: la gestión proactiva de la salud, en particular abordando el bienestar cardiovascular y sensorial, puede reducir drásticamente el riesgo de demencia y mejorar la salud cognitiva a largo plazo.






























